Cuentan que el amor viene de mil maneras diferentes, se construye, a veces duele y otras eleva. Este trabajo nos sigue enseñando sobre la belleza de la diferencia, lo especial de cada ser humano y cómo en cada uno reside una historia llena de matices, como en el caso de Jime y Luis. Se conocen de casi toda la vida, fueron y vinieron, hasta que decidieron decirse el uno al otro que querían acompañarse.

Cuando nos entrevistamos con ellos, supimos de entrada que queríamos retratar el gran día. Una boda en San Jerónimo, rodeados de familia y amigos íntimos de antaño, de esos con los que tuvieron su primer borrachera o su primer mal de amores. Un evento que recorría un par de cuadras, donde todos los vecinos se engalanaban para saludarlos en la calle o cuando decidimos salir a hacer un par de fotos con ellos dos solos.

Las lágrimas de emoción no tardaron en hacerse presente, como así las bromas y los abrazos de felicidad.

El club social revestido de maravilla, cuidando hasta el último detalle, con un staff de mozos, cocineros y organizadores de alta gama (humana), contribuyeron a que la fiesta fuera un verdadero disfrute desde sus primeros minutos en el salón. Tan buena fiesta que hasta las fotógrafas terminamos bailando a la par de los novios, incluso Caro que dejó su fiebre de lado un rato.

Pero bueno, nos dejamos de palabras y pasamos a las imágenes. Que sean de su difrute!